El jugador como principal protagonista del juego y el entrenador simplemente como conocedor del entorno y facilitador de herramientas.

Facilitar no es solucionar, es aportar diferentes vivencias para cuando estas se den.

Empaticemos con el verdadero protagonista: El jugador.

Y por último saber transmitir las necesidades competitivas del momento en relación a los ritmos de juego, a veces en detrimento de las capacidades del jugador pero en beneficio del Grupo.
Equipo > Jugador.

Entrenar “por y para” el jugador favorece las relaciones asociativas, ya sean con un recurso técnico u otro, me interesa enfatizar en el talento y la funcionalidad individual del jugador “sin etiquetas posicionales” y no en lo conceptual cognitivo del juego. Adaptabilidad.

Para ello, debemos ser generadores de contextos para los 95’ de variabilidad competitiva del partido, sin (pre-) establecer movimientos o comportamientos que formen Cuadrados, triángulos, rombos, etc.. , estos deben manifestarse por esa comprensión del entorno, el juego no se entiende se juega.

Y si! Estilo y modelo de juego sin indagar en las capacidades y necesidades de nuestros jugadores son limitantes hacia ellos.
Debemos preguntarnos con que se identifican y adaptarlos a un entorno que los potencien y optimice. La suma de esa adaptabilidad nos aportará una “identidad” de EQUIPO.

La rigidez y falta de dinamismo en el juego (falta de ideas) aparece cuando el entrenador pretende ver su teoria conceptual táctica (cognitiva), ello limita al jugador y no fomenta la creatividad. El jugador no debe pensar en que tengo que hacer y si “jugar para hacer”.

La teoría en el futbol debe ser “un” recurso o herramienta y no “el fin”.
El concepto táctico no debe ser el objetivo, ni seguramente será una solución permanente a las diferentes adversidades que propone el juego. De ahí, las virtudes del jugador como generador de conceptos.