—Se queda mirando entonces, dándole dos aplausos ante aquella vuelta.—

¿Toda tu ropa te la haces tú? Tienes un gran talento.

No, no fue nada malo. Pero me da un poco de vergüenza ahora mismo.

—Parpadea varias veces, confundida.—

¿Pondrás en peligro mi pelo o mi integridad física?

¿Me dejarías también? —le agradeció con la mirada aquello, acababa de salvarle.—

Bueno, supongo que aquí somos un poco simpáticos. Pero a veces, de milagro —hace una breve pausa entonces, dudando si preguntar o callar. Pero al final lo suelta.— ¿No? ¿Acaso no tienen ojos?

¿Se me permite reírme de eso? Es que debo reconocer que acaba de ser...una respuesta original —de la mejor forma que puede, aguanta la sonrisa y la carcajada.— Ah, ¡complicado! No lo hubiese adivinado, tristemente.